Hoy abordamos un tema apasionante: todo lo que una marca de alimentación y bebidas debe saber sobre inteligencia artificial e innovación. Esta guía está pensada para quienes desean incorporar el potencial de la IA en el desarrollo de productos sin renunciar a lo más importante: la chispa creativa, el carácter emocional y el alma que conecta con las personas en el universo gastronómico.
En los últimos años la inteligencia artificial ha empezado a transformar de un modo casi silencioso todos los rincones de la industria alimentaria, se han desarrollado desde algoritmos que diseñan nuevos perfiles de sabor, a sistemas que previenen la pérdida y el desperdicio alimentario, optimizan menús, identifican contaminantes con mayor rapidez y precisión, mejoran las prácticas alimentarias sostenibles, etc.
En Gastronomía y Cía hemos explorado varias de estas aplicaciones en diferentes artículos donde se destaca cómo la IA permite acelerar procesos, reducir errores y personalizar las experiencias culinarias. Pero nos quedan muchas cuestiones en el tintero que deben ser tratadas, una de ellas es la advertencia que realiza Guy White, el fundador y CEO de Catalyx, una consultora internacional de innovación enfocada en productos de consumo.
El experto explica que esta revolución tecnológica trae consigo una advertencia, la inteligencia artificial acelera los procesos, pero no puede reemplazar la intuición humana y tampoco la conexión emocional con el consumidor, y ahí es donde la estrategia se vuelve imprescindible.
No saltar del dato a la acción (el valor del “middle messy”)
Uno de los errores más comunes de las marcas actuales es precipitarse, las empresas detectan una tendencia con IA y formulan un concepto rápido para lanzar productos al mercado sin realizar un análisis estratégico profundo. Ese espacio ignorado se conoce como “middle messy”, una fase que se encuentra entre el análisis y la ejecución que suele ser caótica y difícil de gestionar, donde se transforma un dato inicial en una idea relevante, deseada y orientada al mercado.
Este punto es donde se identifican las tensiones, se contrastan necesidades reales y se empieza a construir una propuesta de valor, por lo que saltarse este tramo es un riesgo, un peligro, ya que a pesar de que la inteligencia artificial permite saltar directamente del dato a la ejecución, la innovación pierde profundidad y autenticidad cuando no se aborda esa etapa intermedia.
¿Qué es un insight y por qué es tan importante?
El concepto insight es una “verdad profunda y emocional” sobre el consumidor, que explica su comportamiento más allá de lo que es evidente o lo que dice, no es lo que el consumidor afirma, es lo que realmente le mueve a actuar. Por ejemplo, no basta con saber que los consumidores quieren comer más saludable, el insight podría ser: “quiero cuidarme, pero sin sentir que estoy renunciando al placer”. Detectar esta cuestión permite desarrollar propuestas que captan la atención emocional en vez de limitarse a lo racional, y cierto es que la IA puede ayudar a identificar patrones de consumo, pero, de momento, no puede interpretar los matices emocionales de los comportamientos de los consumidores y es ahí donde el criterio humano es insustituible.
La inteligencia artificial puede generar cientos de ideas en muy poco tiempo, por ejemplo, procesar diez años de datos en sólo un día o diseñar múltiples combinaciones de sabores, pero no puede decir cuál de esas ideas funcionará. Sólo el contacto con los consumidores reales mediante pruebas, catas, observaciones, escuchas activas, etc., puede validar las mejores opciones. La inteligencia artificial es ideal para explorar territorios creativos, pero no para decidir el camino final a seguir, y como dice el experto Guy White, la IA no debe llevar el volante, sólo debe ayudar a leer el mapa.
Uno de los grandes desafíos de innovar con IA es la falsa seguridad que ofrece, puede sugerir que los consumidores están listos para probar nuevos sabores, texturas o formatos, pero al llegar los nuevos productos al punto de venta, los consumidores optan por lo de siempre y lo tradicional. Esto se denomina la “brecha del dicho al hecho”, donde el consumidor asegura querer algo como snacks sin azúcar o con envases sostenibles, pero sus decisiones reales responden a otros factores, como el precio, el gusto o la nostalgia.
La IA no puede detectar esas cuestiones porque no tiene emociones, no sabe por qué alguien elige chocolate una y otra vez, a pesar de que prometa cambiar. Por ello, los procesos de innovación de mayor éxito utilizan la IA como punto de partida con análisis de tendencias, ideas iniciales, posibles escenarios de consumo, etc. Pero después viene lo que realmente es importante, probar prototipos, escuchar al consumidor, ajustar y volver a repetir para mejorar. Muchos grandes chefs y empresas de alimentación están utilizando inteligencia artificial para diseñar nuevas recetas de cocina o para mejorar menús personalizados, pero la prueba final no la pasa un algoritmo, es una misión para el paladar humano.
Todo lo que una marca de alimentación y bebidas debe saber sobre la IA y la innovación, es que esta tecnología ofrece un notable impulso sin precedentes para acelerar el desarrollo de productos, pero la diferencia entre lanzar una novedad y crear algo para que perdure, está en el equilibrio entre velocidad y profundidad, algoritmo y emoción, exploración y estrategia. Y es que la innovación no es una simple cuestión de generar muchas ideas, se trata de encontrar la idea correcta, validarla con la sensibilidad humana y ejecutarla con sentido. Como leemos aquí, Guy White comenta que la inteligencia híbrida es el futuro, no es el ser humano o la máquina, son ambos trabajando juntos, pero siempre con el ser humano al volante.
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